sábado, 22 de agosto de 2015

Poemas de Giorgos Seferis

Balance


He viajado, me he cansado y escrito poco
pero pensé mucho en el regreso, cuarenta años.
El hombre en todas las edades es un niño:
la ternura y la brutalidad de la cuna;
a lo demás le pone límite la mar, como a la orilla,
a nuestro abrazo y al eco de nuestra voz.
                                                                                       1954 ?

De "Poesía completa"  Alianza Editorial, Madrid, 1986
Versión de Pedro Bádenas de la Peña



 

Caligrama

Las pirámides
son los senos de la arena
donde mama el cielo
y esta palmera
es el falo del sol
hincado en la soledad absoluta
                                                                15-XI- 1942
De "Poesía completa"  Alianza Editorial, Madrid, 1986
Versión de Pedro Bádenas de la Peña



Desasosiego


Por apagar su sed pugnaban tus labios
en busca del fresco prado regado del Eurotas
y tú a galope en pos de tu lebrel, no te alcanzaron
y de las puntas de tus senos destilaba el sudor.
                                                                                 Junio 1946 ?

De "Poesía completa"  Alianza Editorial, Madrid, 1986
Versión de Pedro Bádenas de la Peña


 

Dieciséis hai-ku


                                                    Este instante...
                                                    Marco Aurelio
Vierte en el lago
sólo una gota de vino
y el sol se extinguirá.
* * *
Ni un solo trébol
de cuatro hojas en el campo,
¿quién falla de los tres?
* * *
Sillas vacías,
las estatuas volvieron
a otro museo.
* * *
¿Es la voz
de nuestros amigos muertos
o un fonógrafo?
* * *
Sus dedos
en el pañuelo verde mar,
míralos: corales.
* * *
La más grave
preocupación,
su busto en el espejo.
* * *
Volví a llevar
la fronda del árbol
y tú balabas.
* * *
En la noche, el viento
la distancia se ensancha
y flota el viento.
* * *
Joven Parca
Mujer desnuda
la granada que se ha abierto
estaba llena de estrellas.
* * *
Recojo ahora
una mariposa muerta
sin maquillaje.
* * *
Dónde reunir
los mil pedazos
de cada persona.
* * *
Trazo estéril
¿Qué le pasa al timón?
La barca describe círculos
y ni una sola gaviota.
* * *
Erinis enferma
No tiene ojos
la serpiente que sostenía
le devoran las manos.
* * *
Esta columna
tiene un agujero,
¿ves a Perséfone?
* * *
Se hunde el mundo
guárdate, te dejará
solo en el sol.
* * *
Estás escribiendo;
la tinta ha mermado
la mar crece.
De "Poesía completa"  Alianza Editorial, Madrid, 1986
Versión de Pedro Bádenas de la Peña



En las grutas del mar...


En las grutas del mar
hay una sed, hay un amor,
hay un embeleso,
sustancias sólidas todo como las conchas
que puedes tenerlas en tu mano.

En las grutas del mar
te miraba a los ojos días enteros:
yo no te conocía ni tú me conocías.

De "Poesía completa"  Alianza Editorial, Madrid, 1986
Versión de Pedro Bádenas de la Peña



Epigrama


Un borrón en el verde secante
un verso apagado sin final,
una pala de ventilador estival
que ha cortado el denso calor;
el ceñidor que se quedó en mis manos
cuando el deseo cruzó a la otra orilla
-esto es lo que puedo ofrecerte, Perséfone,
apiádate de mí y concédeme el sueño de una hora.

                                                                           Octubre 1939

De "Poesía completa"  Alianza Editorial, Madrid, 1986
Versión de Pedro Bádenas de la Peña


MITHISTÓRIMA (1935)


I


Al mensajero
tres años lo esperamos tenazmente
atisbando de cerca
los pinos la playa y las estrellas.
Fundidos con la reja del arado o la quilla del barco
tratamos de encontrar la primera semilla
para que comenzara de nuevo el drama antiguo.

Regresamos a casa destrozados
con los miembros desfallecidos, con la boca arrasada
por el sabor a herrumbre y a salmuera.
Al despertar viajamos hacia el norte, extranjeros,
hundidos en la niebla por las alas blanquísimas de los
 cisnes que nos herían.
En las noches de invierno nos enloquecía el fuerte
 viento del este
en los estíos estábamos perdidos en la agonía del día
 incapaz de expirar.

Llevábamos detrás
estos bajorrelieves de un arte humilde.





III

 Recuerda el baño en que te mataron.

Me desperté con esta cabeza de mármol en las manos
que me agota los codos, no sé dónde apoyarla.
Y caía en el sueño a medida que del sueño yo salía
así se unieron nuestras vidas y será muy difícil volver a se-
 pararlas.
Miro los ojos: ni abiertos ni cerrados
hablo a la boca que está a punto de hablar constantemente
sostengo las mejillas que la piel traspasaron.
Estoy sin fuerzas ya.

Mis manos se me pierden y me vuelven
mutiladas.





V

No los conocimos
 era la esperanza que en el fondo del
 alma nos decía
que los habíamos conocido de muy niños.
Tal vez los viéramos dos veces: después se hicieron a la mar.
Cargas de carbón, cargas de cereales, y nuestros amigos
perdidos más allá del océano para siempre.
El alba nos encuentra cerca de la lámpara cansada
dibujando con esfuerzo en un papel, torcidamente,
navíos conchas o gorgonas.
Por la tarde bajamos hacia el río
pues nos muestra el camino de la mar,
y pasamos las noches en sótanos que huelen a alquitrán.

Nuestros amigos han partido
 quizá no los hayamos visto
 nunca, quizá
los encontramos cuando aún el sueño
nos llevaba muy cerca de la ola que alienta,
acaso los busquemos porque buscamos la otra vida,
más allá de las estatuas.





X

Nuestro país está cerrado, todo montes
que día y noche tienen como techo el cielo bajo.
No tenemos ríos no tenemos pozos no tenemos fuentes,
tan sólo unas cisternas retumbantes, vacías también
 ellas, que tanto veneramos.
Un sonido sordo y estancado, idéntico a nuestra soledad,
idéntico a nuestro amor,
idéntico a nuestros cuerpos.
Y nos parece extraño que hayamos podido construir
 en tiempos
las casas las cabañas los apriscos.
Y nuestras bodas con sus coronas frescas y alianzas
se vuelven enigmas insolubles para el alma.
¿Cómo nacieron y crecieron nuestros hijos?

Nuestro país está cerrado. Lo cierran
las dos negras Simplegades. El domingo
en los puertos cuando bajamos a tomar el aire
vemos iluminarse en el crepúsculo
leños rotos de viajes que aún no terminaron
cuerpos que ya no saben cómo amar.





XI

Como la luna se helaba tu sangre algunas veces
tu sangre en la insondable noche desplegaba
sus blancas alas sobre las rocas negras
sobre las casas y las figuras de los árboles
con una escasa luz de nuestros años niños.





XIV

Tres palomas rojas en la luz
grabando en la luz nuestro destino
con colores y gestos de personas
que amábamos.





XV

El sueño te envolvió con hojas verdes, como a un árbol,
respirabas, como un árbol, en una luz serena
y en la fuente transparente vi tu cara
con los párpados cerrados y las pestañas horadando el agua.
Mis dedos encontraron tus dedos entre la hierba tierna,
te tomé el pulso un instante
y sentí en otra parte la pena de tu alma.

Bajo el plátano, cerca del agua, en los laureles
te desplazaba y destrozaba el sueño
en torno a mí, cerca de mí, sin yo poder tocarte toda entera,
unida a tu silencio:
yo veía tu sombra agigantarse y hacerse más pequeña,
perderse en otras sombras, en el otro
mundo que te dejaba y te cogía.

La vida que nos dieron a vivir ya la vivimos.
Ten lástima de aquellos que aún esperan con tan gran paciencia
perdidos bajo el peso de los plátanos en los laureles negros,
y de cuantos hablan solos a las cisternas y a los pozos
y se ahogan en los círculos mismos de su voz.
Y compadece al compañero que sudor y penurias compartió
 con nosotros,
y se hundió en el sol, como un cuervo más allá de los mármoles,
sin esperanza de gozar la recompensa.

Danos la serenidad fuera del sueño.




XVIIASTIANACTE


Ahora que te vas toma al niño
que vio la luz debajo de aquel plátano
un día en que sonaban las trompetas y brillaban las armas
y se inclinaban los caballos sudorosos para tocar
en el abrevadero con los hocicos húmedos
la superficie verde de las aguas.

Los olivos con las arrugas de los padres
las rocas con la sabiduría de los padres
y la sangre de nuestro hermano viva en la tierra
eran augusta norma gozo fuerte
para las almas que conocían su plegaria.

Ahora que te vas y que despunta el día
de saldar las cuentas, ahora que nadie sabe
a quién ha de matar ni cómo acabará,
toma contigo al niño que vio la luz
debajo de las hojas de aquel plátano
y enséñale a pensar en los árboles.
Τ᾽ ἄσπρο χαρτὶ σκληρὸς καθρέφτης
ἐπιστρέφει μόνο ἐκεῖνο ποὺ ἤσουν

Τ᾽ ἄσπρο χαρτὶ μιλᾶ μὲ τὴ φωνή σου,
τὴ δική σου φωνή
ὄχι ἐκείνη ποὺ σ᾽ ἀρέσει·
μουσική σου εἶναι ἡ ζωή
αὐτὴ ποὺ σπατάλησες.

Μπορεῖ νὰ τὴν ξανακερδίσεις ἄν τὸ θέλεις
ἄν καρφωθεῖς σὲ τοῦτο τ᾽ ἀδιάφορο πράγμα
ποὺ σὲ ρίχνει πίσω
ἐκεῖ ποὺ ξεκίνησες.

Ταξίδεψες, εἶδες πολλὰ φεγγάρια πολλοὺς ἥλιους
ἄγγιξες νεκροὺς καὶ ζωντανοὺς
ἔνιωσες τὸν πόνο τοῦ παλικαριοῦ
καὶ τὸ βογκητὸ τῆς γυναίκας
τὴν πίκρα τοῦ ἄγουρο παιδιοῦ-
ὅ,τι ἔνιωσες σωριάζεται ἀνυπόστατο
ἄν δὲν ἐμπιστευτεῖς τοῦτο τὸ κενό.

Ἴσως νὰ βρεῖς ἐκεῖ ὅ,τι νόμισες χαμένο·
τὴ βλάστηση τῆς νιότης, τὸ δίκαιο καταποντισμό τῆς ἡλικίας.

Ζωή σου εἶναι ὅ,τι ἔδωσες
τοῦτο τὸ κενὸ εἶναι ὅ,τι ἔδωσες
τὸ ἄσπρο χαρτί.


El papel blanco firme espejo
devuelve sólo lo que fuiste.

El papel blanco te habla con tu voz,
tu propia voz
no aquella que te gusta;
tu música es la vida
esa que has malgastado.

Tal vez la vuelvas a ganar si quieres
si te atas a esa cosa indiferente
que te lleva de nuevo
al punto de partida.

Has viajado y has visto muchos soles y lunas
has tocado a los muertos y a los vivos
has llegado a sentir el dolor del muchacho
y el llanto de la mujer
el enojo del niño aún inmaduro-
lo que has sentido se derrumba
si no muestras confianza en su vacío.

Quizá encuentres allí lo que viste perderse;
el brote de la juventud, el hundimiento justo de los años.

Tu vida es lo que has dado
ese vacío es lo que has dado
el papel blanco.

 http://amediavoz.com/


Negación

En la playa escondida
y blanca como paloma
tuvimos sed un mediodía
pero el agua era salada.
En la arena dorada
escribimos su nombre;
suave sopló la brisa
y la letra se borró.
Con qué coraje, con qué aliento,
con qué deseos y pasión
tomamos nuestra vida: ¡qué error!
y la vida tuvimos que cambiar.

Me pesa


Me pesa que he dejado que se me fuera de los dedos un ancho
río
sin haber bebido ni una gota.
Ahora me hundo en la piedra.
Un pequeño pino sobre la tierra roja,
no tengo más compañía.
Cuanto amé se ha perdido con las casas
que eran nuevas el pasado verano
y se derrumbaron con el viento de otoño.

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